Entrevista con Sven Andersen

01/09/2021

¿Qué considera usted una empresa ágil?
Esta pregunta está formulada de un modo muy amplio. Para mí, las empresas ágiles se caracterizan por reaccionar de un modo eficiente, rápido y dirigido a los cambios de la situación general. Dichos cambios pueden Afectar a toda clase de ámbitos, tales como las necesidades de los clientes, las normativas.

Legales o los impuestos. Una empresa ágil es capaz de enfrentarse a tales cambios accionando y reaccionando, para, en el mejor de los casos, obtener una ventaja comercial con respecto a la competencia directa.

¿Qué experiencias pasadas han demostrado las ventajas de una cultura empresarial ágil? ¿Se han observado también efectos secundarios desfavorables?
Es justo mencionar que, para nosotros, como empresa más bien pequeña y dirigida por sus propietarios, nos resulta seguramente más sencillo reaccionar a los desarrollos actuales que a las empresas más grandes. Una cultura de empresa ágil permite captar con rapidez tendencias actuales, como la de «Green Building», y convertirla en los proyectos correspondientes. Los puntos fuertes de una cultura empresarial ágil, no obstante, se aprecian también en la mejor capacidad de adaptación a las crisis, como llevamos viendo desde hace más de un año con la pandemia de la COVID-19. La cuestión de «la oficina del futuro» también deberá enfrentarse a nuevos retos a causa de la pandemia. Hemos adaptado nuestra estrategia en consecuencia tras analizar activamente el mercado y conversar con inversores y arrendatarios (la palabra clave es «flexibilización»).

Sin embargo, es muy importante contextualizar la agilidad. Así, fomentamos especialmente una actuación ágil y autónoma por parte de nuestros empleados. No obstante, resulta imprescindible controlar y evaluar sus acciones para obtener los resultados que deseamos. Lo logramos, por una parte, a través de un diálogo continuo con los empleados correspondientes y, por otra, financiando como corresponde las propuestas de mejora, por ejemplo, en el ámbito de los procesos operativos eficientes o del desarrollo de nuevas ideas de producto.

Con respecto a los efectos secundarios desfavorables de una cultura empresarial ágil, no conozco ningún ejemplo concreto.

¿Resulta la agilidad imprescindible para hacer frente a los retos del futuro?
Estoy seguro de que hay distintas opiniones sobre la cuestión, según el sector y el entorno legal, fiscal-y de supervisión en el que empresa. En principio, no obstante, estoy convencido de que las empresas se tienen que plantear todo el tiempo cómo reaccionar de forma proactiva, o si hacerlo, ante las nuevas tendencias y el cambio de la situación.

¿Hay factores externos que limiten a la empresa a la hora de adoptar una orientación más ágil?
Por lo que a las estructuras de nuestros fondos se refiere, estamos sujetos a normativas legales y de supervisión cuyo alcance ha aumentado cada vez más en los años anteriores. Precisamente en el ámbito de los fondos de inversión hay normativas especiales que exigen un concepto fundamental y que ponen trabas a la hora de actuar con agilidad.

¿Qué requisitos plantean los clientes a su empresa en cuanto a la agilidad?
Podemos dividir a nuestros clientes en dos grupos superpuestos a los que tratamos de satisfacer. Por un lado están los inversores y, por el otro, los futuros compradores o arrendatarios de nuestros proyectos inmobiliarios. Para satisfacer los requisitos de estos dos grupos de clientes, hay que analizar muy de cerca los mercados correspondientes, así como las necesidades de los clientes, puesto que están sujetas a un cambio constante. En este sentido, es importante constatar los parámetros macroeconómicos supraordinados, así como la capacidad de reaccionar a las tendencias actuales para ofrecer a nuestros inversores un surtido de productos que se corresponda lo mejor posible a lo que quieren los futuros compradores o arrendatarios.

¿Cómo influye la agilidad en la toma de decisiones al externalizar procesos?
A la hora de externalizar, sobre todo en caso de nuevas relaciones comerciales, nuestra influencia se ve a menudo limitada a la actuación de la empresa a la que recurrimos. Las posibilidades de valorar la capacidad de adaptación en un proceso de due diligence son limitadas. A menudo, la agilidad con la que actúa realmente un socio comercial solo se deja ver durante la colaboración.

Como es obvio, en este contexto también se da el riesgo de no poder considerar los cambios y las tendencias tan pronto como nos hubiera gustado. En mi opinión, no obstante, este riesgo se puede mitigar haciendo que empleados propios participen en el proceso externalizado, lo que conlleva posibilidades de intervención adicionales.

Sin embargo, las posibilidades limitadas de influir en el proceso hacen que con frecuencia nos decidamos contra la externalización, a fin de garantizar una mayor agilidad.

¿En qué medida es relevante la cuestión de la agilidad a la hora de escoger a un socio comercial para un proyecto?
En el primer paso de un proyecto inmobiliario se establecen en primer lugar las condiciones fundamentales y se determinan los potenciales de aprovechamiento nuevos o mejorados del inmueble en cuestión. En el paso siguiente, escogemos a los socios comerciales con los que deseamos llevar a la práctica el proyecto correspondiente. La agilidad desempeña un papel muy importante en este proceso de selección. En especial, nos basamos en proyectos anteriores para valorar cómo reaccionaría el posible socio del proyecto a las nuevas tendencias y qué experiencias tuvimos en colaboraciones hasta la fecha con él.

Con respecto al emplazamiento de Luxemburgo, ¿cómo debe contribuir el estado para fomentar un entorno de trabajo ágil?
Estoy convencido de que un modo de actuar ágil por parte del estado influirá favorablemente en todo ejerza la Luxemburgo como centro económico. Así lo ha demostrado Luxemburgo claramente en el pasado. En este sentido, lo mejor sería que el país reaccionase con rapidez a los cambios en la legislación europea y, al mismo tiempo, incorporase las opiniones de las empresas afectadas en el proceso. El diálogo continuo entre el estado
y la empresa luxemburguesa es un factor decisivo.